La educación en valores es un concepto amplio, donde educar no se limita sólo a enseñar materias o habilidades. Nuestra voluntad como centro educativo es que, tras el paso del alumno o alumna por nuestro colegio, hayamos formado personas capaces de asumir nuevos retos y de comprometerse activamente, jugando un papel activo en la construcción de un mundo más justo, inclusivo, cristiano, equitativo e intercultural.

En el entorno actual caracterizado por la complejidad social y la globalización económica y cultural, educar en valores se presenta como una tarea imprescindible para formar personas que sean:

• Responsables, para valorar su propio trabajo y el de los demás; con sus deberes y compromisos.
• Creativas, para adaptarse a cualquier situación y resolver todo tipo de problemas.
• Competentes, para vivir en un mundo global en el que les tocará vivir, trabajar y desenvolverse.
• Sólidas, con conocimientos que nazcan de la curiosidad y del interés por aprender para que sean capaces de aplicar sus aprendizajes a sus propias realidades.
• Críticas, capaces de interpretar, analizar y evaluar las informaciones que reciben y observan en su día a día.
• Sociales, con habilidades que le permitan relacionarse en su entorno, ya sea a nivel oral o escrito, pero siempre expresando sus opiniones con credibilidad, confianza y de forma argumentada.
• Cristianas, que conozcan a Dios. Con valores evangélicos que impregnen su vida y los acompañen en el respeto hacia sí mismo y las personas que le rodean.
• Saludables, para que disfruten de una vida sana y de los beneficios físicos y psíquicos que aporta la actividad física y una alimentación equilibrada. Cuidando el medio ambiente y trabajando por un futuro sostenible.

En definitiva, queremos que el alumno o alumna pueda, al final de su trayectoria escolar, establecer sus metas y objetivos personales; preguntarse y dar respuesta sobre el sentido de su formación a nivel intelectual, humano y espiritual.

Creer y crecer. Más fuertes, más felices.